Montse y Estela recuerdan con emoción el día que la ginecóloga les comunicó que iban a ser madres de dos criaturas. “Estábamos esperando fuera de la consulta. En las manos tenía un llamador de ángeles que no dejaba de tocar pensando en mi padre, que falleció hace siete años. Le pedía que nos ayudara desde arriba para que todo saliera bien”, explica emocionada Montse.
“Los niños no son más de la una que de la otra. Ha sido lo más compartido posible”
Dieciocho meses después la pareja pasea junto a la playa empujando el carrito de Naia y Èric, sus dos hijos. Una imagen que recoge una escena cada vez más presente en nuestra sociedad: la de una pareja de mujeres que decide formar su propia familia.
“Nuestra relación estaba asentada y consideramos que era el momento idóneo. Teníamos estabilidad personal y laboral y el apoyo de nuestras familias”, cuentan Estela y Montse, al tiempo que lamentan que las parejas de hombres no dispongan de esta opción en nuestro país y deban marchar al extranjero para ser padres.
Las dos mujeres han sido de las primeras en Baleares en someterse a una novedosa técnica de reproducción asistida denominada ROPA (Reproducción de Ovocitos de la Pareja), conocida también como maternidad compartida.
Según explica el doctor Javier Marqueta, director médico de IBILAB, este método se basa en el intercambio de gametos dentro de la pareja, siempre que exista un vínculo legal entre ella. Un tratamiento cada vez más demandado por parejas de mujeres, en el que ambas participan activamente en el proceso, una sometiéndose a la estimulación ovárica para aportar los ovocitos y la otra, gestando el embarazo y dando a luz.
“Nos emocionamos mucho cuando nos propusieron esta opción. Nos abrieron una puerta maravillosa para que Estela pudiera gestar mis óvulos. Los niños no son más de una que de la otra. Ha sido lo más compartido posible”, insiste Montse, además de reconocer los altibajos emocionales que implica el tratamiento de estimulación ovárica al que tuvo que someterse.
Estela y Montse optaron por ir a por todas y hacer uso de dos óvulos, aun a sabiendas de que tenían muchas posibilidades de que ambos salieran adelante, tal y como sucedió. Tras un embarazo sin más problemas que los provocados por las náuseas de los primeros meses de gestación, nacieron Naia y Èric, dos bebés risueños que han cambiado por completo la vida de sus dos mamás. “Cuando nacen las ideas que tenías cambian totalmente, pero hemos tenido mucha suerte ya que los niños nacieron sanos y con peso y a los cinco días ya estábamos en casa”, cuenta Estela, mientras sostiene a Èric en su regazo.
Aun así, en su camino hacia la maternidad no todo ha sido de color de rosa y Montse, como psicóloga, lo sabe mejor que nadie. “Cuando empiezas con el proceso aparecen miedos y tensiones. Pero hay que entender que es normal, aceptarlo y permitirse esos temores”, recalca.
Con dos bebés y trabajando las dos, para Montse y Estela la organización, más que una virtud, es una necesidad. A pesar de que durante los primeros meses tuvieron la ayuda de las abuelas, para poder compaginar la maternidad con su vida profesional han tenido que establecer unos horarios para todo, que siguen a raja tabla. “Es muy importante para poder tirar. Durante unos meses tuvimos a una canguro durante cuatro horas, pero se nos hacía corto y han empezado a la guardería”, detallan las madres.
Aunque de momento no piensan en repetir la experiencia -sólo en caso de que les toque la lotería, dicen-, animan a otras parejas a decidirse por la maternidad compartida. “Lo importante es que la pareja esté bien; no querer tener un hijo para solucionar problemas. Económicamente sales adelante siempre que tengas un mínimo de estabilidad, pero lo importante es que haya amor”, insisten, al tiempo que reconocen que, tal y como dicen muchos amigos y familiares, ser dos mujeres conlleva muchas ventajas a la hora de tener hijos.
Desde que llegaran a Mallorca hace tres años, Montse y Estela viven su día a día con normalidad, mostrándose tal y como son. Eso sí, desde hace nueve meses sus habituales paseos junto al mar los hacen empujando el cochecito de Naia y Èric. “A veces la gente nos para por la calle y nos preguntan que quién es la madre. Decimos que las dos, que los óvulos son de una y que los ha gestado la otra. ¡A ver si alguien puede decir quién de las dos es más que la otra!”, concluyen entre risas.