Frustrados, angustiados y muchas veces, tarde. Así llega la mayoría de las parejas a las clínicas de fertilidad: “Es necesario hacer planificación familiar, pero no sólo para no tener hijos, sino para tenerlos también”, explica Diana Guerra, jefa de la unidad de psicología de IVI (Instituto Valenciano de Infertilidad) Barcelona.
Muchas parejas piensan que, en cuanto abandonen los antinconceptivos van a quedar “embarazados” inmediatamente y que a los nueve meses tendrán al bebé de sus sueños en brazos. “Me había pasado toda la vida intentando no quedarme embarazada”, cuenta Carmen, “y a los 35 años, cuando mi marido y yo ya estábamos asentados en el trabajo y decidimos ser padres, nos dimos cuenta de que no era tan fácil”. Carmen y Fernando al final consiguieron su bebé, pero después dos años de angustia y tras someterse a un tratamiento de inseminación artificial.
A través de una consola y un programa informático, los investigadores pueden ensayar una técnica de microinyección, variante de la Fecundación in Vitro, en la que se inyecta un único espermatozoide en el óvulo. El programa va guiando al usuario a través de mensajes de ayuda y presenta varios grados de dificultad.
Menos material humano
La principal ventaja de ensayar este tipo de técnicas a través de la realidad virtual es que “se reduce considerablemente el uso de material biológico humano, como óvulos y espermatozoides. También se reducen las averías de los aparatos, además de aumentar el tiempo de formación de los embriólogos”, señaló ayer José Luis López Gálvez, director de la Unidad de Reproducción de la Clínica Vistahermosa. Y es que, de esta forma, “los embriólogos podrán repetir los ensayos tantas veces como sea necesario” hasta que aprendan correctamente la técnica.
Tres años han tardado los investigadores en desarrollar el simulador, ideado y fabricado íntegramente en la provincia de Alicante. Éste ya ha sido patentado a nivel nacional “y hemos pedido la patente a nivel internacional”, señaló Federico Botella. Sus responsables esperan que pueda ser adquirido, “por centros de reproducción, universidades, facultades de medicina y centros veterinarios, ya que éste es el primer paso de un proyecto que tiene un largo desarrollo”, apuntó Botella. El precio con el que se comercializará el simulador es de 3.000 euros y un laboratorio será el encargado de lanzarlo a nivel nacional e internacional.
José Luis López Gálvez señaló además la utilidad que este simulador puede tener en países en los que no está permitido el uso de material biológico humano para este tipo de investigaciones. Según se destacó ayer durante la presentación del proyecto, cerca de 800.000 parejas en España son infértiles, lo que supone el 15% de las que están en edad de concebir. Una cifra “que aumenta con el paso de los años”.
Respecto a los tratamientos de donación de óvulos existen una serie de ideas equivocadas con respecto a las donantes de óvulos que en cierta medida los mismos médicos hemos contribuido a generalizarlas. En este artículo pretendemos compartir nuestra opinión basada en más de 10 años llevando a cabo tratamientos de reproducción asistida y entre ellos tratamientos de donación de óvulos.
1. Cuanto más joven sea la donante, mejor
Esto puede parecer muy obvio, pero no lo es. En España, las donantes de óvulos tienen entre 18 y 35 años de edad, y esto tiene una razón de ser. La fertilidad de las mujeres se mantiene en general estable en estas edades y con ella las tasas de embarazo son exactamente las mismas, siempre y cuando se transfieran embriones de buena calidad. Otra cosa es el número de ovocitos que se obtengan, que es ligeramente menor en las donantes mayores de 30 años. Sin embargo, la calidad embrionaria sigue siendo lo suficientemente buena para garantizar buenas tasas de embarazo y la posibilidad de congelar embriones en la mayoría de los ciclos. Una cosa a remarcar es el hecho de que las donantes de óvulos muy jóvenes (18 ó 19 años) pueden producir ovocitos algo peores que las más mayores. Es como si todo el sistema de estas donantes jóvenes aún no estuviera lo suficientemente maduro.
2. Las donantes de fertilidad probada son mejores que las que no lo son
No siempre. Como ocurre en las parejas con problemas de esterilidad cuando un ciclo termina en un negativo, tendemos a culpar a los óvulos con demasiada rapidez. Pero las razones de que un tratamiento no acabe en embarazo pueden ser múltiples: un útero con miomas, un endometrio poco desarrollado, la coexistencia de un factor masculino (algo que hoy en día ocurre en casi el 40% de la donación de óvulos) o simplemente porque las probabilidades de quedar embarazada, incluso en una donación de óvulos está todavía muy lejos del tan deseado 100%. Así, una vez que una donante ha producido buenos óvulos en un ciclo la probabilidad de obtener de nuevo buenos ovocitos en el próximo ciclo es muy alta, esto quiere decir ciclos con buenas probabilidades de conseguir un embarazo. Las donantes con embarazos previos espontáneos no siempre tienen una buena respuesta al estimular sus ovarios. Una cosa es tener una buena fertilidad natural y otra es que los ovarios produzcan un número suficiente de óvulos para ser una buena donante de óvulos. Cantidad y calidad no siempre van unidas.
3. Mi hijo se va a parecer a la donante
La donante va a aportar 23 cromosomas, pero, como siempre les digo a mis pacientes, esto es una parte y el resto es un molde de arcilla que se forma durante años por los padres, la familia y el entorno social. El hecho de que a la donante le guste la música no significa que su bebé quiera escuchar todo el día. Hay estudios hechos en gemelos idénticos adoptados por familias diferentes que así lo han demostrado. Los gemelos idénticos en diferentes entornos desarrollaron personalidades completamente diferentes. De hecho, creemos que el carácter del bebé y sus futuras aficiones comienzan justo después del parto. Hay otras cuestiones que se pueden discutir acerca de lo que dice la sabiduría popular sobre las donantes de las que nos encantaría escribir.
Fuente: Barcelona IVF
El panorama se ha visto modificado por varios factores, entre los que cabe destacar; el incremento en el número de parejas que consultan por esterilidad, el acceso tardío de la mujer a la maternidad y la mejora sustancial en los resultados de la técnicas de reproducción asistida (TRA). Se define la esterilidad como la incapacidad de una pareja en conseguir una gestación tras un año de coitos sin medidas contraceptivas. Se ha aceptado ésta definición teniendo en cuenta algunos conceptos importantes referentes a la fertilidad humana. La fecundabilidad es la tasa de concepción en una determinada población en un tiempo concreto y la tasa de fecundidad mensual (TFM) es la probabilidad de conseguir un embarazo en un ciclo menstrual (Evers 2002).
Teniendo en cuenta estudios basados en modelos matemáticos, en una población determinada existirían diferentes categorías de parejas en función de su fertilidad.
En un extremo tendríamos parejas “superfertiles” con una TFM de un 60% que conseguirían un 100% de gestaciones en 6 meses y en otro tendríamos las parejas con una esterilidad absoluta con una TFM de 0.
Entre ambos extremos tendríamos las parejas con una fertilidad normal con una TFM de un 20% con una posibilidad de gestación al año de un 93% y las parejas con subfertilidades moderadas y severas cuyas TFM variaría entre un 5 y un 1 %.
La TFM está intimamente relacionada con la edad, de ahí que en la actualidad éste va a ser un factor determinante en el número de consultas por esterilidad, puesto que teniendo en cuenta lo anteriormente citado, la proporción de parejas con subfertilidades moderadas se haya incrementado de manera notable (Dunson 2002).
Medio centenar de parejas infértiles de la agrupación “Queremos Ser Padres” marcharon esta jornada desde el Ministerio de Salud hasta La Moneda, con coches vacíos, globos y pancartas para pedir que se reconozca la infertilidad como una enfermedad, tal como lo hizo la OMS en 2009.
La presidenta de la agrupación, Patricia Ramírez, se reunió con el director de Fonasa, Mikel Uriarte, y con el subsecretario de Salud, Jorge Díaz, quien invitó formalmente a la entidad a integrar un comité de salud reproductiva, organismo técnico que evalúa y hace un diagnóstico a nivel país del problema.
Finalmente, Ramírez entregó una carta dirigida al Presidente Sebastián Piñera con peticiones, la que fue recibida por el jefe de gabinete del ministro Secretario General de Gobierno, Andrés Chadwick. En Chile, se calcula que son alrededor de 250 mil a 300 mil las parejas que tienen problemas para tener hijos y los tratamientos de infertilidad son de elevado costo, van desde los 300 mil hasta los 3 millones 500 mil pesos por intento de embarazo.
La agrupación entregó al Gobierno un petitorio con los siguientes puntos: que la infertilidad sea reconocida como una enfermedad en Chile, tal como lo hizo la OMS en el 2009; que se amplíen los cupos ya existentes para tratamientos de fertilidad de alta complejidad, esto es in vitro e Icsis (inyecciones intracitoplasmáticas), en 600 ciclos por año; que se destinen recursos para baja complejidad, esto es, desde un examen de reserva ovárica o espermiograma, hasta una inseminación artificial, para 5 mil parejas al año, con la posibilidad de 3 intentos por pareja; modificar los criterios de inclusión para acceder al plan piloto de Fonasa: ampliar la edad de la mujer hasta los 45 años, que tener un hijo con anterioridad no sea un impedimento para postular, que baste que uno sólo de los integrantes de la pareja tenga Fonasa y que los miembros de las Fuerzas Armadas puedan acceder a estos tratamientos; se solicita la codificación total de las prestaciones que digan relación con la para obtener cobertura tanto de Fonasa como de las Isapres y que las parejas tengan la posibilidad de una atención especializada tanto en Santiago como en regiones.
Un equipo de Holanda halló que cuando una pareja no puede concebir porque el hombre tiene subfertilidad inexplicable o leve, el uso de un ciclo de fertilización in vitro (FIV) sería tan efectivo como tres ciclos de inseminación intrauterina (IIU).
Por otro lado, los autores observaron que planificar la transferencia de un solo embrión de alta calidad cuando sea posible “no sería una estrategia efectiva para prevenir embarazos múltiples en esta población”.
Los expertos esperaban que la transferencia electiva de un solo embrión durante la FIV disminuyera el riesgo de lograr un embarazo múltiple. Pero mientras que los grupos de parejas a las que al azar se las trató con FIV o IIU registraron tasas similares, y considerables, de gestación, los embarazos múltiples fueron comunes con ambos enfoques, publica el equipo en la revista Fertility and Sterility.
El equipo de Inge M. Custers, del Centro Médico Académico de Amsterdam, comparó el uso de la FIV con transferencia electiva de embrión único con tres ciclos de IIU con estimulación ovárica controlada en 116 mujeres con pocas posibilidades de poder concebir naturalmente. Al 90 por ciento (48) de las 54 mujeres tratadas con FIV se le transfirió finalmente el embrión; a 36 se les realizó una sola transferencia y a 12, una transferencia doble. A los cuatro meses, la tasa de embarazo fue del 24 por ciento (14 de 58) en el grupo tratado con FIV y del 21 por ciento (12 de 58) en el grupo tratado con IIU.
En el caso de la siete mujeres quedaron embarazadas con la transferencia de un solo embrión; cuatro con la transferencia doble; dos con la transferencia de un solo embrión congelado, y una lo hizo espontáneamente.”Dado el límite de cuatro meses, sólo 11 de 25 parejas que habían optado por utilizar embriones congelados los pudieron recibir después de un ciclo fallido de FIV”, escribió el equipo.“Por lo tanto, la tasa de embarazo después de un ciclo de FIV con transferencia de un solo embrión sería en la práctica mucho más alta que el 24 por ciento registrado“, añadió.
En el grupo tratado con IIU, se logró un embarazo en el primer ciclo, cinco en el segundo y cuatro en el tercero. Dos mujeres quedaron embarazadas espontáneamente. Con la FIV, dos mujeres tuvieron embarazos múltiples (un 14 por ciento de los embarazos) después de la transferencia de dos embriones frescos de baja calidad.
Con la IIU, en cambio, tres mujeres tuvieron embarazos múltiples (el 25 por ciento de los embarazos). “Nuestro estudio demuestra la viabilidad y la importancia de realizar un ensayo clínico grande y definitivo para determinar la efectividad y los efectos adversos de ambas estrategias”, concluyó el equipo. Además, “los próximos estudios deberían comparar la transferencia obligatoria de un solo embrión con IIU con estimulación ovárica controlada, en lugar de la transferencia electiva de embrión único“.