El lunes 24 de octubre nacieron en Bolivia los primeros bebés INVO del país, una nueva técnica de reproducción asistida mediante un cultivo intravaginal inventada por el Dr. francés Claude Ranox y aplicada de manera pionera en la clínica Cenalfes del médico Joaquín López Arana, en la ciudad de Cochabamba. El INVO es un novedoso sistema de fertilización, en el cual se coloca una pequeña cápsula en el organismo femenino para la incubación de óvulos y espermatozoides para lograr el desarrollo de los embriones.
A diferencia de la reproducción in vitro tradicional (IVF), según explicó López, “el cultivo intravaginal utiliza la vagina de la mujer como incubadora natural”, soportando el desarrollo del embrión durante la primera etapa del embarazo, debiendo luego retirarse la cápsula.
El parto de los gemelos se realizó exitosamente por la mañana de este lunes, en las instalaciones de la clínica Cenalfes y fue asistido por un grupo multidisciplinario de especialistas dirigidos por el Dr. López, además de la presencia del inventor de esta técnica. ”Es realmente un acontecimiento muy especial porque este sistema revolucionará la reproducción asistida en el mundo”, comentó López, mientras explicaba los múltiples beneficios que otorga. Los beneficios en la utilización de esta écnica son varios, el más importante, es que en el cuerpo de la madre se logra la fecundación. Es el ideal en temperatura, niveles de ph, oxigenación.
La antigua técnica requería de aislar a los espermas y óvulos a través de un procedimiento de laboratorio para mantenerlos en un cultivo hasta que se efectúe la unión. Otro punto a favor es el costo, que, de acuerdo al Dr. López, es mucho más accesible, disminuyendo prácticamente en la mitad un tratamiento para lograr la gravidez. ”En un país como el nuestro, esta es realmente una buena noticia porque hasta antes, la cantidad de dinero invertido para una fertilización asistida era demasiado como para poder llegar a todos los niveles de pacientes”, explica el especialista.
López agrega que este sistema permite un mejor control de embarazos múltiples, porque permite gestar de uno a dos embriones, evitando la incidencia de partos de trillizos, muy frecuentes en la inseminación artificial humana. ”El tratamiento es mucho más amigable porque se trata de un proceso natural, evita varias de las complicaciones que se tenían con la IVF tradicional y se emplean menos medicamentos”, complementa.
Entre los requisitos que requiere el invocell está el tratamiento de apoyo hormonal, común en cualquier intento de fertilización asistida debido a que la presencia de estrógenos y fundamental para la anidación del embrión, sobre todo durante el primer trimestre de gestación. López explicó que además de la técnica Invo, aplica en la mayoría de sus paciones unos modernos aros de estrógeno de liberación prolongada que sueltan las hormonas de manera progresiva al ser colocadas intravaginalmente, evitando las molestias de las inyecciones.
Los bebés concebidos mediante un tratamiento de fertilidad serían algo más pequeños al nacer que los niños concebidos naturalmente, aunque aún no está claro si eso se debe a la terapia en sí o a la infertilidad materna subyacente, reveló un estudio realizado en Estados Unidos.
Un grupo de investigadores observó a casi 2.000 mujeres y halló que los bebés nacidos de aquellas con problemas de fertilidad pesaban un poco menos -unos 453 gramos en promedio-, según resultados publicados en la revista Fertility & Sterility. Esos niños corrían también mayor riesgo de tener bajo peso al nacer, es decir estar por debajo de los 2,49 kilogramos. “Pero es difícil diferenciar. ¿Se debe a la infertilidad o a la tecnología usada para tratarla?“, expresó Amber Cooper, profesora asistente de obstetricia y ginecología de la Washington University en St. Louis, quien dirigió el estudio. Investigaciones previas han relacionado el mal crecimiento fetal y el menor peso al nacer con un mayor riesgo de desarrollar ciertos problemas de salud en la adultez, como hipertensión y enfermedad cardíaca.
El equipo de Cooper observó los registros de 461 mujeres que llegaron a su centro con problemas de fertilidad durante 10 años y finalmente tuvieron un bebé. Más de la mitad se sometió a una fertilización in vitro (FIV), mientras que 106 fueron tratadas con fármacos y 104 finalmente quedaron embarazadas por su cuenta. Las pacientes fueron comparadas con 1.264 mujeres fértiles que dieron a luz durante el mismo período.
En general, los bebés nacidos de mujeres con problemas de fertilidad eran más pequeños. Pero no había diferencia en el peso de nacimiento promedio entre los hijos de las mujeres que se sometieron a FIV y los de aquellas infértiles que terminaron teniendo un bebé sin ayuda médica. La mayor brecha se observó en el grupo de mujeres que habían sido tratadas con medicamentos para la fertilidad, que incentivan la ovulación. Sus recién nacidos eran unos 225 gramos más livianos que los de las madres fértiles, diferencia que Cooper calificó de pequeña pero aún así significativa. Por otro lado, el mayor riesgo de bajo peso al nacer en el bebé se observó fundamentalmente en los hijos nacidos por FIV. El 12 por ciento de esas mamás tuvo un recién nacido de bajo peso, frente a algo menos del 8 por ciento de las madres sin problemas de fertilidad. “Los resultados sugieren que una amplia porción de esto estaría relacionado con la infertilidad subyacente”, dijo Cooper.
Los fármacos para tratar la infertilidad suelen usarse en mujeres cuya condición está relacionada con problemas de ovulación. En el caso de este estudio, fue casi la mitad del grupo tratado con medicación. Investigaciones previas también sugirieron que cuanto más demora una pareja en concebir, mayores son las posibilidades de bajo peso al nacer en el bebé u otras complicaciones.
La FIV suele realizarse sólo después de que fracasan los medicamentos u otros tratamientos menos exhaustivos. No obstante, los investigadores del presente estudio no pudieron vincular el bajo peso al nacer con causas específicas de la , y Cooper resaltó que no podría descartarse cierto efecto de la tecnología. Dado que cerca del 2 por ciento de los nacimientos anuales en Estados Unidos son actualmente asistidos por algún tratamiento de fertilidad, será importante seguir estudiando los efectos de la terapia sobre la salud a largo plazo, señaló la autora.
La noticia social del día de Todos los Santos no tuvo que ver con la muerte sino con un nacimiento. Una mujer de 50 años que se sometió a tres ciclos de reproducción asistida en la clínica Teknon de Barcelona perdió a su bebé una semana después de haber nacido porque se lo quitaron los servicios sociales de la Generalitat. Tras haberle cobrado 16.000 de los 24.000 euros que le facturó, el centro sanitario denunció a la mujer porque entendió que su «comportamiento» con el recién nacido no era el adecuado. La madre, que ha denunciado los hechos en un juzgado, se ha perdido ya los primeros 22 meses de vida de su hijo. «No tenemos ninguna información al respecto», se limitó a comentar ayer un portavoz de la clínica catalana. «¿Cómo puede ser que me declaren apta para ser madre y luego me quiten la custodia al considerar que no estaba cuerda?», se pregunta la mujer.
La paciente acudió al centro médico Teknon en octubre de 2008 para iniciar un tratamiento de recepción de óvulos. La terapia, con un coste de 8.000 euros, incluía la programación de un ciclo de reproducción y la realización de un estudio físico y psicológico. «La personalidad de la paciente no muestra características propias de trastorno (…) y no se valora causa que desaconseje la recepción de óvulos», concluyó el informe.
La madre tenía ya entonces los 50 años cumplidos, una edad a la que algunos países prohíben todo tipo de programas de reproducción asistida. En Francia, por ejemplo, ni siquiera las clínicas privadas pueden facilitar a una mujer mayor de 40 un servicio de este tipo, porque se entiende que, pasada esa barrera, aumentan los riesgos para el bebé y la diferencia de edad entre la madre y su hijo comienza a ser ya importante. España cuenta, en cambio, con una de las legislaciones más permisivas del mundo. La mujer tuvo que contratar tres programas de recepción de óvulos, aunque sólo llegó a abonar dos. Teknon explicó a ‘Europa Press’, que difundió ayer la noticia, que el centro se limitó a seguir «rigurosamente el protocolo asistencial normativo para tratamientos de fertilidad».
El niño nació en diciembre de 2009 mediante cesárea; y compartió con su madre la primera semana de vida. Pasado ese tiempo, los trabajadores del centro alertaron a los servicios sociales de «un comportamiento por parte de la madre que hace que se activen los protocolos de actuación establecidos por la Dirección General de Atención a la Infancia y la Adolescencia». La Conselleria de Salud puso en marcha en aquellas fechas un grupo de trabajo que propuso, en línea con la normativa francesa, excluir de los protocolos de inseminación a las mujeres de 40 o más años. La normativa entró en vigor cuatro días antes de que diera a luz la paciente cincuentona de Teknon.
Incógnitas
En realidad no se sabe todavía qué pasó entre la madre y su pequeño para que el organismo responsable de la protección a la infancia entendiera que la actitud de la mujer «ponía en peligro la integridad» del bebé y decidiera retirarle su custodia. La mujer sostiene que en los días posteriores al nacimiento sólo presentó «síntomas propios del posparto». El Juzgado de Instrucción número 45 de Barcelona resolverá el caso.
Su historia tiene ya antecedentes. Un tribunal de menores de Turín estableció en septiembre los límites de la edad de la paternidad. Un hombre de 70 años y una mujer de 58 perdieron por ser «demasiado viejos» la custodia de su hija, de un año y cuatro meses. La sentencia estableció que la criatura fue concebida por «el deseo narcisista de tener un hijo» por parte de los padres, que no se plantearon «seriamente que la niña quedará huérfana en edad joven y antes deberá cuidar a unos padres ancianos».
El ginecólogo Enrique Flint recomienda que lo primero que se debe hacer ante esta noticia es realizar un diagnóstico para saber si existe una causa orgánica para este impedimento y, dependiendo cuál sea el problema, es importante evaluar los tratamientos, incluso quirúrgicos, que pueden resolverlo. “La mayor causa de infertilidad en la mujer son las enfermedades de transmisión sexual, que producen una enfermedad inflamatoria pélvica, ya sea por alguna bacteria o derivado de la clamidia o gonorrea, que son los más comunes”, explicó Flint.
Asimismo, se pueden presentar problemas en las trompas de Falopio. Este órgano es un conducto que conduce los óvulos al útero para ser fecundados. El objetivo del tratamiento quirúrgico es precisamente volver a lograr la comunicación a través de este conducto, que por los múltiples procesos inflamatorios ha formado cicatrices en su interior. “Existen varias formas de tratar de reparar el daño mediante cirugía, pero actualmente a través de la tecnología se puede hacer con una intervención menor, llamada laparoscopía que permitirá la introducción de una cámara al interior del abdomen, en donde por medio de microcirugía se puede tratar de eliminar las adherencias o cicatrices en el interior de la tropa de Falopio”, señaló el ginecólogo Enrique Flint.
En caso de endometriosis que es el crecimiento de tejido endometrial, que recubre el útero y generalmente crece en el interior del mismo, en el interior de las trompas de Falopio, se puede utilizar un proceso conocido como electrocoagulación, en el cual el tejido es eliminado mediante calor, con un bisturí especial llamado electrocauterio.
Una de las posibles consecuencias de estas cirugías en la trompa de Falopio es que se pueda formar un embarazo ectópico, y que el embrión se desarrolle en el interior del conducto de la trompa de Falopio, por lo que hay que estar al pendiente de esta complicación. Existe un estudio conocido como histerosalpingografia, que nos permite conocer la permeabilidad en las trompas de Falopio, para conocer el estado en el interior de este conducto y si este permitirá el libre paso de los para la fecundación.
La agrupación de Pacientes Infértiles “Queremos Ser Padres” liderada por su presidenta Patricia Ramírez y la periodista Carola Julio, formó un corazón humano frente a La Moneda, por la Plaza de la Constitución. El objetivo, llamar la atención de las autoridades ante el problema de la infertilidad en Chile y la escasa cobertura que tienen los tratamientos que van desde $350.000 a $6 millones por intento de embarazo. “Las parejas en nuestro país que tienen problemas para tener hijos son 350 mil según cifras oficiales del Ministerio de Salud, y los programas que existen hoy en Fonasa son insuficientes para cubrir las necesidades de todas estas familias que están enfermas, porque la infertilidad es una enfermedad como lo reconoció la OMS en el 2009”, explicó en la oportunidad Patricia Ramírez.
Actualmente en Chile existen dos programas pilotos de Fonasa que atienden a parejas infértiles. Uno funciona en el hospital Carlos Van Büren en Valparaíso y cubre a 40 parejas que reciben tratamientos de baja complejidad. Esto va desde la realización de exámenes como el espermiograma y el test de reserva ovárica, hasta la inseminación artificial, que corresponde a cuando se acerca el espermio al óvulo en la cavidad uterina. El segundo programa funciona en el Hospital San Borja Arriarán en Santiago y atiende a 259 parejas con una lista de espera que supera el año y medio. Los requisitos de postulación son muy estrictos, como edad de la mujer hasta los 37 años, Fonasa para ambos integrantes de la pareja, pues sólo cubre un intento de embarazo en forma gratuita.
La carta con las demandas de la agrupación, que está dirigida al Presidente Sebastián Piñera, fue entregada por Juan Carlos Flores, un pequeño de tres años que representó el anhelo de muchas parejas que no pueden tener hijos. Lo que piden las parejas afectadas es que la infertilidad sea reconocida como una enfermedad en Chile, tal como lo hizo la OMS en el 2009. También solicitan que se amplíen los cupos ya existentes para tratamientos de fertilidad de alta complejidad, esto es in vitro e Icsis (inyecciones intracitoplasmáticas), en 600 ciclos por año, y que se destinen recursos para tratamientos de baja complejidad, para cinco mil parejas al año, con la posibilidad de tres intentos por pareja. Asimismo, solicitan que se modifiquen los criterios de inclusión para acceder al plan piloto de Fonasa, esto es: ampliar la edad de la mujer hasta los 45 años, que tener un hijo con anterioridad, no sea un impedimento para postular, que baste que uno sólo de los integrantes de la pareja tenga Fonasa, que los miembros de las Fuerzas Armadas puedan acceder a estos tratamientos.
Piden, asimismo, la codificación total de las prestaciones que digan relación con la para obtener cobertura tanto de Fonasa como de las Isapres. Y por último, que las parejas tengan la posibilidad de una atención especializada tanto en Santiago como en regiones. “No estamos más que pidiendo un derecho humano fundamental, que es el derecho a la salud y a ser padres. No estamos pidiendo que nos regalen nada, sólo queremos tener la oportunidad de hacer familia” explicó Patricia Ramírez. Al finalizar, la presidenta de la Agrupación anunció más acciones en regiones, la próxima en Concepción, donde se registran más de 6.800 parejas en lista de espera para ser atendidos, cifra obtenida de los consultorios de salud pública de la región del Bío Bío. “Hoy la lista de espera en esta región es de más de 1.800 personas para un cupo en Fonasa, hasta el año pasado, habían 42 cupos y luego del terremoto, fueron reducidos en 20, lo que resulta inexplicable en un país donde necesitamos más niños” concluyó.
La eyaculación frecuente en el hombre mejora la calidad del ADN en los espermatozoides y, por tanto, aumenta las posibilidades de que se produzca un embarazo en la mujer con técnicas de reproducción asistida. Esta es la principal conclusión de un estudio publicado en la revista norteamericana ‘Fertility and Sterility’ por investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid y la Clínica Ginemed de Sevilla. En concreto, los investigadores han medido en los espermatozoides el nivel de fragmentación del ADN, una molécula esencial para transmitir información genética que da forma a los seres vivos y de cuya integridad depende la consecución de un desarrollo genético óptimo en el embrión.
Según ha explicado Jaime Gosálvez, de la Unidad de Genética de la Universidad Autónoma de Madrid, en el ADN está casi el cien por cien de la información genética que configura cualquier organismo y si está dañado en los espermatozoides el embrión puede no desarrollarse. ‘Si el espermatozoide transmite un ADN fragmentado, esto da lugar a un riesgo de pérdida del embrión’, ha constatado Gosálvez.
Muchas cosas son las que determinan la calidad de los espermatozoides, pero una de las más importantes, ha dicho, es la calidad del ADN. Precisamente, ha continuado este investigador, en las técnicas de reproducción asistida actuales la importancia de la concentración o de la movilidad de los espermatozoides queda relegada a un segundo plano. Sobre todo, en la técnica de inyección intra-citoplasmática que permite la fecundación del ovocito a pesar de que los espermatozoides sean escasos o tengan problemas de motilidad. Pese a esto, según Gosálvez, es necesario mejorar la calidad del ADN espermático.
Para llegar a estas conclusiones, los investigadores han hecho dos exámenes independientes, uno en Sevilla a 21 varones de entre 25 y 35 años y otro en Madrid a 12 individuos de entre 20 y 25 años. En el primer estudio los donantes estuvieron 96 horas sin eyacular, tras lo que se masturbaron una vez cada 24 horas y se analizaron los niveles de fragmentación del ADN espermático. En el segundo estudio los hombres, tras 24 horas de abstinencia, eyacularon una vez y otra segunda tres horas después de la primera. En ambos casos, los investigadores constataron que existe menos daño en el ADN cuando se realizan eyaculaciones más frecuentes, hecho que se potencia tras la selección de los espermatozoides que se realiza de forma rutinaria en las clínica de reproducción asistida. Esto facilita, ha añadido, ‘la selección de espermatozoides libres de daño en su molécula de ADN en técnicas de reproducción asistida, e incluso las ventajas podrían ser extensibles al embarazo natural’, ha indicado Gosálvez, quien ha relatado que para llevar a cabo estas pruebas se ha utilizado una técnica derivada de una patente perteneciente a la Universidad Autónoma de Madrid y conocida como Halosperm.
Las conclusiones de este estudio contradicen lo establecido hasta ahora sobre los períodos solicitados de abstinencia sexual de varios días. Y es que las técnicas de reproducción asistida para el varón prestan, en la actualidad, mucha atención a la motilidad y concentración elevada de los espermatozoides, pero ‘si tienes el ADN dañado esto da igual’, por lo tanto ‘quizás la masturbación pueda tener, a partir de ahora, otras implicaciones de carácter fisiológico que transcienden la búsqueda del mero placer sexual’.