España, el destino preferido para la reproducción asistida
En un rincón de Italia vive Carmen, una niña de dos años. El nombre causa extrañeza entre sus vecinos, aunque su madre dice que, a la hora de elegirlo, se inspiró en la ópera de Bizet. Pero no es la verdad. Si fuera sincera confesaría que buscó un nombre que le recordara a España, porque fue aquí donde la niña fue concebida gracias al óvulo de una donante: es su particular homenaje al país que le facilitó aquello que el suyo le negó. Porque para una italiana que tiene problemas de fertilidad la esperanza reside en nuestro país. Y es que justo hasta el año pasado, la ley de allí prohibía la donación de óvulos y esperma a parejas estériles. También francesas, alemanas y británicas recurren a los médicos españoles para conseguir un embarazo. No se sabe a ciencia cierta la cantidad de bebés extranjeros que han sido engendrados en las clínicas españolas pero, en 2013, solamente en las sucursales del Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI), de las más de 6.000 mujeres que recurrieron a la ovodonación la mitad eran extranjeras.
El doctor Agustín Ballesteros, presidente de la Sociedad Española de Fertilidad (SEF) y director de la clínica IVI de Barcelona (una de las ciudades que más pacientes extranjeras recibe), asegura que nuestro país es una potencia mundial en el tema de la reproducción, de hecho, ocupa los primeros lugares del ‘ranking’. “Dos cosas se han combinado para convertirnos en una nación referente en estos tratamientos: por un lado, la calidad de los profesionales; por otro, un marco legal avanzadísimo y modélico”. La legislación sobre Técnicas de Reproducción Humana Asistida, recogida en la ley 14/2006 de 26 de mayo, contempla que toda mujer mayor de 18 años podrá ser receptora o usuaria de estas prácticas, con independencia de su estado civil y orientación sexual. Para lograrlo se facilita la donación de óvulos y esperma de forma totalmente anónima, y se garantiza la confidencialidad de los datos de identidad de los donantes (norma que solo se romperá en circunstancias extraordinarias que comporten un peligro para la vida o la salud del hijo). Además, se puede realizar una selección embrionaria para evitar enfermedades de origen genético.
Nuestra legislación permite que toda mujer que quiera ser madre, entre los 18 y 50 años, pueda lograr. Solo están vetados el vientre de alquiler y la elección de sexo
La facilidad con que se realizan estos procesos anima a las extranjeras a acudir a nuestro país. Claudia, italiana de 45 años que sufría una menopausia precoz, ha conseguido su primer embarazo en el IMF (Instituto Madrileño de Fertilidad) pero solo tuvo que estar cinco días en la capital de España. “Todo el tratamiento anterior pude hacerlo con mi médico de Italia, que se coordinó con los españoles”, afirma encantada. Hay países en los que es imposible conseguir donantes (aunque la ley permita la cesión de gametos). Es el caso del Reino Unido, donde no pueden ser anónimos. La obligatoriedad de conocer su identidad, tanto si dona esperma como óvulos, ha reducido drásticamente el número de voluntarios que quieren ayudar a mujeres o parejas que desean solventar sus problemas para concebir. Las pacientes extranjeras -la mayoría europeas, pero muchas oriundas de Asia, África o América- se someten en España a distintos procesos, como la donación de ovocitos, la inseminación con semen de donante, la fecundación in vitro, la adopción de embriones y el diagnóstico genético preimplantacional.
Nuestra legislación permite que casi toda mujer que quiera ser madre, entre los 18 y los 50 años (edad, esta última, que de forma tácita toma como referencia la comunidad médica para poner punto final a la vida reproductiva), puede lograrlo. Solo una fórmula está vetada a las españolas dentro de nuestro territorio: el embarazo subrogado, lo que se conoce como vientre de alquiler. En el inconsciente colectivo permanece la idea de que solo hombres famosos (Miguel Bosé, Kike Sarasola, Ricky Martin, Roberto Enríquez, Miguel Poveda…) recurren a este método, ya que no pueden ser padres biológicos de ninguna otra manera. Pero no es así, las parejas en las que ella no es capaz de llevar a término un embarazo son más habituales de lo que creemos. En las últimas semanas, la colaboradora de televisión Tamara Gorro daba la noticia de que esperaba su primer hijo con su marido, el futbolista Ezequiel Garay. El niño será biológicamente de la pareja pero lo gestará otra mujer en California. Ella, una chica joven, intentó durante tres años lograr un embarazo que nunca se hizo realidad por un problema que le impide llevarlo a buen término.
En el mismo proceso se encuentra Ana S. que, a sus 38 años, se está sometiendo a un tratamiento hormonal de estimulación ovárica en una clínica del norte de España para, posteriormente, viajar a Los Ángeles, que le extraigan los óvulos, los fecunden con el semen de su marido e implanten esos embriones a una mujer norteamericana. “No cuento en qué centro me estoy realizando el tratamiento porque me dicen que, en teoría, no pueden ayudarte a conseguir un embarazo de una manera que aquí está prohibida… Por si acaso no cuento nada”, afirma. Su caso se repite en otras muchas mujeres. Abortos sucesivos o una histerectomía (extirpación del útero) conducen a un duro diagnóstico: la imposibilidad de gestar. Dentro de unos meses, con 100.000 euros menos en su cuenta corriente y varios viajes a Los Ángeles, Ana jugará con su bebé en casa. Los que no disponen de un poder adquisitivo tan alto optan por Ucrania, ya que la opción de la India, tan popular hace unos años, se ha descartado en múltiples ocasiones porque una ley aprobada en 2013 prohíbe hacer uso de la gestación subrogada a parejas gays. Otros países empiezan a dibujarse como buenas alternativas. Es el caso de México y, últimamente, Grecia, que se perfila como el paraíso para los europeos que deseen ser padres gracias a esta fórmula. Sus bazas, la proximidad, garantías jurídicas y precios algo más ajustados. La última traba legal, la obligatoriedad de que los futuros padres residieran un tiempo en Grecia, se abolió el año pasado, así que todo parece indicar que en poco tiempo los viajes al país heleno se multiplicarán como la espuma. Algunos de los gabinetes jurídicos que ayudan a los futuros padres a realizar el proceso ya empiezan a ofrecer este ‘servicio‘.
Que nuestro país permita a sus ciudadanas llevar en su seno al hijo de otra es una reivindicación que se repite. Desde la Sociedad Española de Fertilidad, el doctor Ballesteros afirma que no tiene sentido que una legislación tan vanguardista como la nuestra no contemple la gestación subrogada, porque “la española es una sociedad lo suficientemente madura para asumirlo, siempre, por supuesto, que esté bien regulada y que se garanticen los derechos de todas las partes”.
Pero existe otra técnica, ilegal aquí, a la que algunas mujeres se someten fuera de nuestras fronteras: la selección del sexo de sus bebés. La Ley de Reproducción Asistida del año 2006 define que son infracciones muy graves “la elección del sexo o la manipulación genética con fines no terapéuticos o terapéuticos no autorizados”. Es decir, solo se contempla en caso de enfermedad vinculada al género. La forma de elegir el sexo del futuro bebé es realizar un análisis al embrión previo a su implantación. Pero en este terreno hay quien se marcha a otro país para ver cumplido su sueño. Es el caso de A.V., una empresaria española que hace cinco años decidió dar una hermanita a sus cuatro hijos. Se marchó a Estados Unidos y logró quedarse embarazada de dos niñas. Al poco de llegar a España las perdió. No quiso volver a intentarlo.
La selección de sexo es una reivindicación que también viene de largo. En 2005, Esquerra Republicana de Catalunya solicitó que se legalizara esta práctica a partir del tercer hijo, petición que fue rechazada. Más recientemente, en el año 2013, el Instituto de Reproducción Cefer, con el apoyo de la Asociación Nacional de Clínicas de Reproducción Asistida (Anacer), promovió esta iniciativa porque, según su director, Simón Marina, “elegir el sexo de tu hijo es un ejercicio de libertad”. En México, Bélgica y Estados Unidos la elección del sexo de los futuros hijos está permitida. De hecho, se puede llevar a cabo en todos los países que no la prohíban expresamente en su legislación.
Todos estos movimientos ‘migratorios’ en búsqueda del bebé soñado durante tanto tiempo no hacen otra cosa que confirmar que, cuando una mujer quiere convertirse en madre, hay pocas fronteras que la frenen.