“El bebé se queda ingresado”: cuando el hospital se convierte en tu (incómoda) casa
El 25 de septiembre, con 29 semanas de embarazo, Claudia Dubé sufrió un desprendimiento de placenta. Aunque es de Mataró la derivaron al Hospital Vall d’Hebron, en Barcelona. Allí, por medio de cesárea, nació Jordi. Y allí lleva desde entonces ingresado en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) de neonatología. Ya ha salido de la incubadora y pesa, cuenta su madre, 1.700 gramos, trescientos más que cuando nació. Aunque Claudia asegura que están “encantados” con la atención del hospital, las circunstancias no son sencillas. Por el momento, ella acompaña y cuida cada día a su pequeño desde primera hora de la mañana hasta las cuatro y media de la tarde y su pareja intenta pasar allí las noches.
Ambos tienen permiso de visita sin restricción las 24 horas; el resto de los familiares, horario restringido. Cuentan con una ducha, pero comparten box con otros seis bebés y sus familias y tienen que marcharse para comer, por lo que “no acabas de estar del todo cómodo”, lamenta Claudia. En sus propias palabras: “Esta situación siempre viene con un shock, de una manera muy inesperada, tienes que adaptarte rápidamente y aprender a ser madre muy rápido. Ayudaría mucho a que los padres se pudieran quedar más tiempo, poder optar a un espacio más cómodo, con más intimidad y más relajado”.
Para tratar de humanizar estas situaciones, el Hospital Vall d’Hebron presentaba una campaña de crowdfunding con el objetivo de recaudar 888.000 euros para crear un Centro de Neonatología Avanzada. Como detalla Josep Perapoch, Jefe de la Sección de Cuidados Centrados en el Desarrollo y la Familia del Servicio de Neonatología del hospital y uno de los responsables del proyecto, esta remodelación, que afectaría al área de Semicríticos, pretende “crear un espacio basado en habitaciones familiares exclusivas para que toda la familia pueda estar unida y en privacidad el máximo tiempo posible del ingreso”. Todo ello, en una unidad en la que, afirma, ingresan cada año alrededor de 650 bebés de los que unos 150 son prematuros y necesitan atenciones especiales.
El proyecto, que esperan esté en marcha en dos años, pone el foco en el papel de cuidadores de los padres como “factor más importante para el desarrollo del bebé y en intentar cubrir el máximo de sus necesidades para que estos puedan desarrollarse como tales” en un proceso que puede alargarse semanas o meses.
Perapoch es claro en cuanto a los beneficios que este ingreso conjunto tendría para los bebés: “Se reduce su nivel de estrés y se recupera una estimulación más adecuada y más normalizada, lo que favorece el correcto desarrollo a nivel cerebral”. Desde el punto de vista de la familia, “ayuda a adquirir seguridad, a reducir la ansiedad y el miedo, y permite entrenarse para darle al bebé la respuesta más adecuada”. Y añade otro argumento: “Se ha comprobado que no solo mejora el pronóstico sino que reduce los costos porque el tiempo de ingreso se acorta, las complicaciones disminuyen y, por tanto, los tratamientos”.
¿Por qué un crowdfunding? Perapoch admite que sería deseable más apoyo público a este tipo de iniciativas. Para él, la campaña es una manera de “avanzar en la cola” de estas prioridades y que, poco a poco, proyectos como el suyo “sean la norma”. Un buen objetivo, afirma, sería además “poder demostrar que esto va bien, que el modelo funciona, y que se incorporen al sistema de salud más experiencias de este tipo”.
Una foto viral
La experiencia personal ha llevado a Laura Corbeto a hacer de esta causa la suya. En febrero de 2016 dio a luz en el Hospital de Igualada y poco después la foto de su saco de dormir en el suelo junto a una cuna de hospital corrió como la pólvora en las redes sociales. Al día y medio de que Laura diera a luz su hija tuvo que ser ingresada en la unidad de neonatos para que se le suministrara suero por vía intravenosa.
Al tercer día, como es habitual, fue Laura la que recibió el alta del hospital; dejó de ser una paciente para acompañar a su bebé ingresado. Pidió entonces una silla reclinable para poder dar el pecho a su hija y estar más cómoda. El hospital se la negó y ella no dudó en pasar tres noches durmiendo en el suelo en pleno posparto. Sobre por qué lo hizo, asegura: “Separarme de mi hija, para mí, era extremadamente doloroso. Que me pidieran que me fuera y la dejara allí lo vivía como maltrato psicológico. No podía ser. No me iba a ir”, y añade: “Con la carga hormonal y el instinto de protección a flor de piel sólo entendería la separación en casos extremadamente graves”.
La campaña que inició Corbeto ha hecho que el Consorcio Sanitario de L’Anoia, al que corresponde el Hospital de Igualada, vaya a habilitar un espacio adecuado para padres en su Unidad de Neonatos.
Algo está cambiando
Aunque no son la mayoría, algunos hospitales ya han iniciado un camino en este sentido. Irene Teruel Méndez, supervisora del equipo de enfermería de la Unidad de Neonatología del Hospital de Santa Lucía, en Cartagena, explica que dicha unidad cuenta desde hace tiempo con seis habitaciones familiares para cuidados básicos; de los bebés que “precisan vigilancia pero no atención constante”.
Se trata, detalla, de habitaciones similares a las del resto de las plantas de hospitalización, con todo lo necesario para la atención de los bebés, así como un aseo con ducha, una cama y un sillón para los padres, que pueden permanecer junto a su hijo todo el tiempo necesario. Además, añade Teruel, en caso de estancias prolongadas, existe la posibilidad de que “de manera puntual sean otros familiares los que se queden con el bebé”.
Por su parte, la Comunidad de Madrid también está trabajando en este sentido. Así lo explica Carmen Pallás, jefa de servicio de Neonatología del Hospital 12 de octubre de Madri y presidenta del Comité Nacional de la Iniciativa para la Humanización del Nacimiento y la Lactancia (IHAN) impulsada por Unicef y la OMS: “Somos un servicio de puertas abiertas a los padres, pero, como ocurre en la mayoría de las unidades neonatales de España, en este momento no se dispone de unos espacios adecuados si ellos quieren pasar el día entero”.
“Una noche o dos uno la pasa de cualquier manera, pero tres meses no puedes estar durmiendo en una silla”, asegura Pallás. Por eso, el 12 de Octubre y el Hospital de La Paz, también en Madrid, cuentan ya con un proyecto financiado con dinero público. La idea, en el caso del 12 de octubre, donde está previsto que las obras empiecen a final de año, es habilitar once habitaciones familiares para cuidados intensivos, que complementarían a las dos con que ya cuenta la unidad para cuidados intermedios. Según Pallás: “Los únicos pacientes que no se hospitalizan de forma individual o por lo menos con un espacio para la familia son los neonatales, algo que los profesionales y los familiares tenemos que reivindicar”.
Reivindicaciones pendientes
Aunque estas iniciativas suponen un claro avance, existen todavía reivindicaciones pendientes. En diciembre de 2016 la asociación El Parto es Nuestro lanzó una campaña apoyada por 72 entidades para reclamar el derecho de todos los menores ingresados, ya no solo neonatos, a estar acompañados de sus padres en todo momento y unas condiciones adecuadas que así lo faciliten.
Además, va más allá y reclama que madre e hijo no sean separados tampoco cuando es la madre la que tiene que ser ingresada y, como aclara Elena Gil, representante de la asociación, “siempre que la patología de la madre sea compatible con la salud del bebé”. “Que se haga por sistema, sobre todo si la madre está con lactancia exclusiva, no solo para mantenerla, sino para evitar posibles problemáticas que afecten al bebé y a la madre”.
Carmen Pallás comparte esta visión: “En esto nos queda algo de camino por recorrer”. Aún así, es optimista: “Cada vez estamos más concienciados todos de la importancia de la lactancia materna. Supuestos como este hace unos años eran impensables, ahora por lo menos ya nadie piensa que son una cosa de locos”.